La etnicidad “es una construcción de conciencia colectiva, relacionada con aspectos
físicos, culturales y sociales de grupos humanos que estos identifican como propios
y que pautan relaciones intergrupales dentro de un orden social” (Torres, 2001). También
hace referencia a una serie de condiciones y características sociales, culturales,
económicas, y hasta fenotípicas, que permiten distinguir a algunos grupos humanos
de la colectividad nacional, los cuales están regidos total o parcialmente por
sus propias costumbres o tradiciones, organizaciones sociales y políticas y por una
legislación especial (Los pueblos indígenas de Colombia en el umbral del nuevo milenio,
Población, cultura y territorio: bases para el fortalecimiento social y económico de los pueblos
indígenas, 2004).
Una etnia es un grupo humano diferenciado que habita en un espacio geográfico,
posee características culturales propias y una historia común. Por tanto, cada etnia
está ligada a un territorio y a un origen ancestral común, que le permite construir
una identidad colectiva y compartir una cosmovisión. Colombia se reconoce como
un país pluriétnico y multicultural (Congreso de la República de Colombia, 1991); esto
exige y obliga a que toda actuación del Estado, en su conjunto, incorpore el enfoque
diferencial étnico, sustentado en el respeto, la protección y la promoción de su diversidad.
Las etnias reconocidas en Colombia son: indígena, afrocolombiana, negra,
palenquera, raizal y Rrom o gitana.
Este enfoque permite identificar grupos con identidades diferenciadas en torno a
elementos seleccionados o “marcas étnicas” que tienen un contenido simbólico, tales
como mitos, ancestros u orígenes comunes, religión, territorio, memorias de un
pasado colectivo, vestimenta, lenguaje o, inclusive, rasgos físicos como el color de la
piel, tipo de pelo o forma de los ojos. Estas características culturales y sociales propias
generan diferenciales en las condiciones de vida y el acceso a recursos de atención;
así mismo, hay conductas, creencias, estereotipos y prejuicios que tienen como base
la discriminación, el racismo, la segregación y el aislamiento de grupos o minorías
étnicas, ligadas a la etnicidad.
Un aspecto fundamental de la etnicidad es la “cosmovisión” o sistema de creencias
ancestrales, y las religiones, que explican la concepción del mundo y los planos o
niveles del ser humano, de la vida, de las enfermedades y de la muerte, y el cómo
enfrentarse a ellas. Otro aspecto es el derecho consuetudinario, definido como el
conjunto de creencias, normas, reglas y conductas que rigen la vida social de las
comunidades y las formas de relacionarse entre parientes consanguíneos y por afinidad,
entre los miembros de un mismo pueblo y entre estos y el resto del país.
El fomento de la participación de los grupos étnicos a través de mecanismos como
la consulta previa en las diferentes fases de los planes, programas y proyectos que los
afecten, la adecuación sociocultural y técnica de los servicios sociales desde el respeto
por la cultura y las tradiciones, el reconocimiento del sistema médico tradicional,
las instituciones propias, la vinculación de sus agentes a la medicina alopática mediante
el ejercicio de la interculturalidad, la entrega de servicios de salud ajustados a las condiciones de accesibilidad y dispersión geográfica, las adecuaciones socioculturales
y técnicas en la oferta institucional, el diseño de estrategias y actividades de
todos los sectores —y específicamente en salud— trascendiendo el concepto intervencionista
en salud hacia el de atención intercultural, y la visibilización estadística en
los sistemas de información, entre otros, materializan el enfoque diferencial por etnia.
Desde esta perspectiva, lo que se establece en el PDSP da cuenta de relaciones interculturales
explícitas en todos aquellos lugares del país donde se encuentran los
grupos étnicos, y define acciones afirmativas que protegen sus derechos colectivos,
sus cosmovisiones y prácticas tradicionales en salud.
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