Enfoque diferencial
La fundamentación del enfoque diferencial supone el reconocimiento de la equidad
e inclusión de los ciudadanos excluidos y privados de los derechos y libertades. Es
decir, “el derecho a ejercer una ciudadanía desde la diferencia en escenarios de una
democracia participativa, de inclusión igualitaria de ciudadanos y ciudadanas en la
escena política, y en la toma de decisiones en la esfera íntima, privada y pública”
(Baquero, 2009).
El enfoque diferencial tiene en cuenta las condiciones y posiciones de los distintos
actores sociales, reconocidos como “sujetos de derechos”, inmersos en particulares
dinámicas culturales, económicas, políticas, de género y de etnia. Así mismo, tiene en
cuenta los ciclos de vida de las personas y las vulnerabilidades que pueden conducir a ambientes limitantes, como es el caso de la discapacidad y de situaciones sociales
como el desplazamiento.
Partiendo del reconocimiento de la diversidad por ciclo de vida, identidades de género,
pertenencia étnica, discapacidad, y especiales situaciones de vulneración de
derechos (desplazamiento y víctimas del conflicto) y de vulnerabilidad (pobreza), el
enfoque diferencial supone una organización de las acciones y programas que dan
cuenta de la garantía de la igualdad, la equidad y la no discriminación.
El enfoque diferencial considera, para la atención de las poblaciones vulnerables, la
adecuación de servicios y acciones por parte de la institucionalidad; se trata del reconocimiento
de particularidades sociales, culturales, religiosas, etc., para dar respuesta
a los derechos fundamentales de la población. Esto implica la consulta y la concertación
con los sujetos involucrados, bajo los principios del reconocimiento intercultural,
lo cual exige el acopio de los recursos materiales y culturales de las comunidades.
La asunción del enfoque diferencial también implica distinguir entre las diversidades
propias de sujetos y colectivos titulares de derecho, y en ese mismo contexto de especial
protección, y las desigualdades injustas y evitables que generan inequidades
que deben ser corregidas por las acciones del Estado y la sociedad en su conjunto.
La igualdad, la equidad y la no discriminación son asuntos recurrentes
cuando se aborda el derecho a la salud, porque la diferenciación del derecho
a la salud para los diversos grupos poblacionales, y la especificidad
de sus necesidades, responde a desventajas y necesidades no satisfechas
que suceden en la práctica (OMS, Comisión sobre Determinantes Sociales
de la Salud, 2009). También porque la protección de algunas necesidades
específicas de cada uno de los grupos es un camino para cerrar la brecha
abierta por las desigualdades históricas.
Estas desigualdades señalan desventajas entre hombres y mujeres, y entre diferentes
grupos, para exigir que sean tenidos en cuenta al diseñar políticas o proveer servicios
sensibles a esas diferencias; la inequidad pone el acento en las desigualdades que son evitables e injustas; la no discriminación enfatiza las desigualdades, pero con la
finalidad de evitar que sean la razón en la que se funden tratos desventajosos y vulneraciones
sistemáticas de los derechos.
El enfoque diferencial es, por lo tanto, un sine qua non de la aplicación de un enfoque
de derechos en la actuación del Estado. El reconocimiento de la diversidad y de un
análisis de necesidades diferenciales de los sujetos y colectivos supone, entonces, la
materialización de intervenciones que den cuenta de las mismas, e incluso señalen
explícitamente acciones afirmativas que generen condiciones de equidad y de efectiva
superación de vulneraciones al momento de definir la actuación institucional y social.
Desde esta perspectiva, el PDSP garantiza el desarrollo de un conjunto de estrategias
y acciones en salud incluyentes, que acogen, reconocen, respetan y protegen la
diversidad, formuladas desde las particularidades sociales, culturales, religiosas, etc.,
para dar respuesta a los derechos fundamentales de la población, en un territorio
específico, en el entendido de que la salud como derecho fundamental está en permanente
interdependencia con los demás.
Para fines de comprensión de la diversidad, el enfoque diferencial comprende los
sub-diferenciales de ciclo de vida, orientación sexual o identidad de género, pertenencia
étnica, discapacidad, y particulares situaciones generadoras de inequidades
sociales (desplazamiento forzado, trabajo sexual, región a la que se pertenece o donde
se habita, entre otras).
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